Adoptemos Una Estrella*

pastillas celestes, no sé qué escribir...

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16.4.04

Cuando no puedo, me anulo
canto por lo bajo y dibujo lunas.
Percibo todo menos algunas sensaciones;
desearía poder definirme como Ser
o ser un objeto, tal vez un florero.
Quizás en su forma recibiría rosas rojas (sin espinas).
Las paredes que degradan a la velocidad del sonido
todo intento de desafío,
me preguntan por qué razón
busco un lugar
en tu mapa sin escalas;
no hay respuesta, sólo manos reconociendo el rostro como el telón de mi última función.
Creí que eran problemas de 'iluminación'
y me encontré abriendo la ventana,
un trueno me asustó
y me esondí bajo la cama.
E intenté perfumar el ambiente con aroma a limón,
desinfectante, velatorio
no hay lugar en el sillón,
más flores muertas, temor y rencor...
Sólo se me ocurren versos limitados por sus propias palabras: no quiero vivir de mis frases
pero tampoco de proyectos populares.
Y estas líneas me tornan invisible:
"adolescente que adolece/ chica triste y tan problemática como sensible".
Pero si fuese tan simple mutar...
estaría comprando el útimo libro de Coehlo en El Ateneo,
'Soy intelectual, muy inteligente'... como diría el sabio Homero.

that's all, folks... |

9.4.04

Tintas

En alguna esquina de algún lugar busca con esmero sus páginas perdidas. No había misterio en descubrir al responsable; los primeros astutos vientos otoñales las confundieron con finas ramas y hojas secas. Las baldosas entorpecieron sus pasos precisos guiándolo linealmente hacia el abismo, soslayando explosiones de ruido (de motos salvajes y patines ingenuos).
Sobre aquella mesa, atravesando el vidrio sucio de vapores y pensamientos prohibidos creyó encontrar su verdad. Era allí, donde las uñas repiqueteaban sin cesar un sonido sin ritmo y donde se emitían palabras sin voz, sin gestos, sin tacto. Lo que había sobre la misma no era más que un papel en blanco -¿escucharon hablar de 'servilletas'?-, y fue por su cansancio a cuesta que pensó en apiadarse de ella (y fundamentalmente de él mismo), autoconvencerse de que era ése el momento en el que su destino concluiría, donde tantas horas de caminata pinceladas con gotas grises y sirenas urbanas reclamaran un justo respiro. Pensó una vez más, reconociendo que la tarea había llegado a su fin, 'su tesoro finalmente hallado'. Todo resultaba muy sencillo, una palabra: 'descanso', una acción envidiada: 'cerrar sus ojos sin miedo', sin las piruetas que implicaba cada silencio, cada mirada vacía, esos diez dedos de las manos.
Sus páginas ausentes no eran papel, pero sí el blanco. Inmerso en acuarelas asesinas continuaba su andar perturbado por los patines, las sirenas, baldosas y hojas secas. Sin saber reaccionar ante esas uñas rojo furia, no comprendía su mirar acentuado hacia una misma dirección: su mente, lo índigo y lo claro. Y así, tan repentinamente, el eco cesó y con él su vacilación: miles de movimientos acompañaron la acción, una suerte de impulso generador del más basto conocimiento "aquel no era sí mismo, esos no eran sus pasos, sus ideas, sus colores". Pero poco le importó. El eco desvaneció. Miles de movimientos lo persiguieron: un inquieto cosquilleo... esas manos como peces jugando entre algas marinas, los objetos tan burdos que pueden escapar de una cartera, y el fuego, y el humo...
Sus páginas incógnitas.
El papel en blanco.
Todo se sentía confuso entre la espesa niebla... (sin duda hubiera preferido menos colores y más certezas); pero allí estaban sus labios esperándolo, entre el humo, el fuego, los objetos, las manos y el cosquilleo. Y hacia allí se dirigió, sabiendo que era ella lo que tanto buscaba: su libro sin introducción, sin desenlace, pero con infinitas...







(hojas a escribir, expectantes ante el primer trazo)










that's all, folks...