Apática, "miss" escéptica: patética.
Destellantes las miradas felinas, pueden que elaboren axiomáticas mentiras bajo los automóviles grises, en silencio perpetuo, entre aislados ronroneos y siluetas esbeltas, rasgos delicados y lamentos ensordecidos. Trazan planos, mapas sobre la tierra; no compartimos caminos pero sí minutos, durante el transcurso de días y noches, siestas y Sonrisas (las galletitas).
No sé qué hacer. No es novedad. Son las 12:59 am. y mañana debo levantarme temprano... pero mientras tanto suena Femme Fatale, Velvet Underground, por enésima vez. Esta canción me pone triste y no sé por qué, aunque eso no es ninguna novedad. Digo, el no saber los motivos de, claro, "lo sé". Ayer en una determinada hora de la tarde descubrí algo: era una especie de deducción pseudopsicológica de la que -por supuesto- inmediatamente me arrepentí... por haberla organizado en mi mente, por darme los tiempos suficientes para elaborar semejantes idioteces perjudiciales para mi salud, y la de mis comprensivos oyentes (cada vez menos y con justificativos de sobra, supongo). Brilla brilla sin purpurina a la vista. Fue tan sólo un instante, pasajero de un transporte espacial, a la velocidad de lo incontable, del pulso sanguíneo en épocas... esas mismas... las que no se quieren materializar. Fueron días de idas y vueltas, sentada en la misma silla roja. Fueron noches de palabras esperanzadoras, y recuerdos, claro, cuándo no!!.
...Y no voy a contar mi autodescubrimiento, es muy patético, pero no soy apática, lamentablemente. Hoy pensé mucho en/ porque. Run Run Run. Sigue 'La Velvet', como me dijo él alguna vez y me causó gracia y ternura. No tengo palabras decorativas, no tengo inspiración, no tengo más que frío... y desgano y algo de culpa y ansiedad oculta y ojos en un cuaderno lila y manos en las mismas páginas con un número de teléfono perpetuo. No hay reflexión a la vista, no hay tierra a la vista ni tampoco se puede volver de ella. Me resulta imposible desaparecer, eso es evidente, gran farsa resulto (resultamos) vacío -por dentro-. Y me voy a arrepentir tanto de esto, de poner mi punto final, éste mismo: .
... Y en el desenlace del cuento todos encontrarán su final feliz, y lo presiento, seré una de esas historias con final abierto, obra de una mediocre escritora burguesa depositada en el cajón de las ofertas. ¿Consuelo?, quizás para esa época ya todos estaremos ciegos.
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