Ojos cerrados, mirada como imán que atrae todo y nada; desechos tóxicos que contaminan la mente y el cuerpo, una fusión de sentido que logra comprender parte de los misterios internos. Fragmentos que no se funden. Triángulos escalenos que se licúan en mis dedos. Pedacitos de papel en blanco con las respuestas a aquellas preguntas invisibles.
Hoy fue una t a r d e c o n c l u s i ó n t a r d í a. Hoy fue una tarde horrible. Temible, para mí, por todo, por esto que no tiene nombre pero que caprichosamente se impone. Así lo quieren, te domina: dominan las puertas cerradas y las voces con interferencia.
Y no necesito auriculares para escucharme.
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