Un césped de cicatrices a punto de florecer. El otoño siempre acecha tras agujeros negros sondeando cada movimiento del ser ajeno, oculto entre nubes y rayos, lluvia y estruendo. Apaciguada la corteza del rostro inquebrantable de su ente supremo, todos quieren saber cuán lejos se encuentran hoy del cielo. Proximidades que penetran hasta sentir el máximo fulgor de la avaricia, intentan ser felices comprando recurrentes billetes de lotería. Y tan poco cuesta descifrar las cuentas del pasado, una supuesta vida intentando amarrar lo inalcanzado. Espuma que entre las manos forma una estrella fugaz; corriendo entre la espesa bruma te sentiré agonizar.
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