Adoptemos Una Estrella*

pastillas celestes, no sé qué escribir...

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29.12.03

Claro, por supuesto, eso mismo es lo que pensaba justo antes de encontrarte. Cómo te iba a reconocer. El vestido azul y tu pelo color negro. La casa de la maceta en la ventana. Las paredes envueltas con un empapelado gris viejo (más alguna que otra mancha de humedad). Señales, señas y demás indicaciones para una sola y gran incógnita: vos. Parecía que querías gritar algo, mirada visceral cuyo fulgor arrasaba los pétalos de cualquier margarita. Te dedicaste por un momento a soñar en lo profundo de la noche; imaginarías que las estrellas eran las únicas merecedoras de tanta belleza y que el Universo compite con la Madre Naturaleza. 'Estrellas y su infinita lejanía', todo sea por mantenerlas aisladas de tanta destrucción humana. Respirabas y sentías cada brisa de verano. Tiernamente acariciabas cada gato ronroneante que se le interponía a tu mirada desvariada. Entre sonrisas y sollozos un silencio comprensible: una memoria nunca antes compartida daba luz a los secretos más obscuros de tu vida. Pero todo se continuaba de una manera deliciosa. Hasta que dijiste eso. Eso que nadie quería escuchar, esa aguda treta capaz de impedir el más rotundo temporal sentimental. Cuánto pueden decir un puñado de palabras cuando son cortejadas por las más celestiales caricias. Y nadie quería siquiera intuirlo. De todos modos, lo dijiste. Dos palabras que recorrieron tus labios. Ambos sabíamos bien qué significaban. Y tardaste tan sólo un segundo en hacerlas oír. Así, tan repentinamente fue como todas nuestras horas vividas se deshicieron; polvo que bajo los tacos anhelaba ser arena. Así fue como sentí la última vez que nos vimos; pero como vestigios de lo perdido, no más que recuerdos eternos y aquel tan bonito vestido azul que me regalaste esa misma noche del nunca más.

that's all, folks...

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